... He aquí, no sé hablar, porque soy joven ...
Tomado de Jeremias, Capitulo 1, verso 6
El profeta Jeremías quien probablemente tenía entre 17 y 20 años en ese momento, inicia su libro pensando que el ser joven, y al ser llamado por Dios, no le Aparentemente, sentía que ser niño le impedía ser un mensajero bueno o autorizado de la palabra de Dios.
NO DIGAS SOY JOVEN para servirle al Dios Altísimo.
No digas: Soy un niño – porque Dios usó a David cuando era joven. Cuando era joven, David sirvió fielmente a su padre en el campo del pastor, mató a un león y un oso mientras protegía su rebaño, mató a Goliat, sirvió al rey Saúl y fue comandante del ejército israelita.
No digas: Soy un niño – porque Dios llenó a Juan el bautista con Su Espíritu Santo aun desde el vientre de su madre (Lucas 1:15). No eres demasiado joven para ser lleno del Espíritu de Dios.
No digas: Soy un niño – porque Dios usó a Timoteo cuando era joven, y por medio del apóstol Pablo le dijo: Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza (1 Timoteo 4:12).
A veces escucho a jovenes decir, que el estudio de la Biblia es para cuando sea un poco mayor, mi consejo es que eso es falso, antes es un privilegio servir al Señor de joven, por ejemplo, si hubiese conocido sobre sus mandamientos, sobre su instrucción, sobre el Salvador, muchos de los terribles errores que cometí o el haber lastimado a tantos, posiblemente no se hubiesen dado, pero aunque no fue voluntad de mi Señor en ese entonces, hoy al mirar atrás me siento un niño en El, por que confío en su provision, confío en su protección, confío en su amor, confío en que si llueve no me mojaré, confío en que si hace sol tendré sombra, confío en que si tengo hambre, tendré alimento; confío en que si hace frio tendré abrigo, así tal cual como un niño, confía en su padre.
... De cierto os digo: Si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos ... Mateo 18:3
